miércoles, 30 de marzo de 2011

Corona de Castilla

Iglesia de Santa María.
Desde el principio, Alfonso X el Sabio intentó establecer en Alicante un grupo de cristianos numeroso dada la importancia militar y mercantil de la villa, pero el proceso repoblador fue lento y se prolongó a lo largo de todo el siglo XIII, aunque está poco documentado a causa de la desaparición de los Libros de Reparto. Los repobladores cristianos, principalmente castellanos y leoneses,[3] recibieron todo tipo de privilegios y franquicias para facilitar su asentamiento. Con esta finalidad de asegurar mejor su creciente poblamiento e impulsar más activamente su mayor promoción económica y comercial, en agosto de 1252 Alfonso X otorgó a la ciudad el Fuero Real, muy parecido al de Córdoba. Dotó a la villa de un concejo fuerte, de numerosas exenciones fiscales y de un amplio término municipal, que abarcaba los municipios actuales de Agost, Monforte del Cid, Aspe, Novelda, Elda, Petrel, Busot, Aguas de Busot, Campello, Muchamiel, San Juan y San Vicente del Raspeig. Además, el rey castellano dispensó grandes medidas de favor al puerto de Alicante, considerado de gran valor estratégico.
Entre 1264 y 1266 Alicante estuvo inmersa en una rebelión mudéjar que se extendió por casi todo el Reino de Murcia; el rey castellano, empleado entonces en el asedio de Niebla, solicitó ayuda a su suegro Jaime I de Aragón para sofocarla. Éste intervino rápidamente y redujo todas las ciudades rebeladas a la aceptación de la soberanía castellana.

Conquista cristiana

Barrio de Santa Cruz desde las laderas del Castillo de Santa Bárbara.
En virtud del tratado de Cazola (Soria, 1179) entre Alfonso VII de Castilla y Alfonso II de Aragón, la frontera meridional de Aragón se fijaba en la línea que une Biar, Castalla, Jijona y Calpe. Por lo tanto Alicante pertenecía a la zona de expansión castellana. En el año 1243, el gobernante musulmán de la Taifa de Murcia, Muhamad ben Hud, firmó el Pacto de Alcaraz con el infante Don Alfonso, que después se convertiría en el rey Alfonso X el Sabio, por el cual el reino musulmán de Murcia se ponía bajo protectorado castellano.
Aunque en principio se procedió a repoblar la ciudad, la carencia de suficientes pobladores cristianos unido a razones económicas prolongó la permanencia de la población musulmana. Sin embargo, el gobernador de Alicante, Zayyan ibn Mardanish, no aceptó el pacto y fue obligado acompañado de muchos pobladores a abandonar el área en 1247, fecha en la que comienza la soberanía castellana de Alicante. La conquista militar se finalizó el 4 de diciembre de 1248 con las tropas del rey castellano, comandadas por su hijo el infante Alfonso, futuro Alfonso X el Sabio.[2] Por el Tratado de Almizra firmado en 1244 entre los reyes de Castilla y de Aragón, en el que se fijaron los límites de la expansión de sus respectivos dominios en la línea de Biar a Villajoyosa, Alicante permaneció bajo soberanía castellana por un espacio de 48 años. El rey Alfonso X el Sabio, una vez tomada la villa a los andalusíes, conmemora la victoria denominando al castillo árabe construido sobre el monte Banu-l-Qatil (de donde proviene «Benacantil») «de Santa Bárbara», por coincidir esta festividad con el día de la toma de la ciudad por la cristiandad.


Periodo islámico

Entre el 718 y el 4 de diciembre de 1248 la ciudad cae bajo dominio islámico, pasando a llamarse Medina Laqant o Al-Laqant (obsérvese que el topónimo valenciano es Alacant). Durante este periodo, la ciudad siguió los destinos de Al-Ándalus y tras el desmembramiento del Califato de Córdoba perteneció a las Taifas de Denia y Almería. Hoy en día pueden observarse restos arqueológios de la medina islámica junto al ayuntamiento de la ciudad.

Periodo tardorromano-visigótico

El encenagamiento del torrente que desemboca junto al poblado de Leucante (Lucentum) hace que deje de ser adecuado como puerto y queda el asentamiento rodeado de marismas y pantanos palúdicos insalubres, por lo que su población se va desplazando progresivamente hacia las faldas del Benacantil, dando lugar al verdadero origen del actual casco urbano.
En el 201 a. C. los romanos capturan la ciudad íbera del cercano Tossal de Manises conocida como Leukante o Leukanto (Lucentum es una latinización del nombre original que sólo existió en los mapas romanos) que contaba con un aceptable puerto marítimo-fluvial en la desembocadura del Barranco de Orgegia. Éste será el primer solar de lo que con el tiempo se convertiría en Alicante.

Alicante

Los orígenes del asentamiento urbano en la huerta y alrededores de Alicante se remontan a la aparición de poblados íberos que datan del siglo III a.C, en estrecha relación con factorías comerciales griegas, principalmente la de los Baños de la Reina en El Campello. Y es que son colonos de Focea (polis griega en Asia Menor) los que tomaron como referencia marítima para la navegación de cabotaje al monte Benacantil llamándolo Akra Leuka («Pico Blanco»), si bien no hay certeza de edificaciones hasta que Amilcar Barca situó allí su principal acuartelamiento poco antes de la Segunda Guerra Púnica al valorar las posibilidades que ofrecía como asentamiento militar su cima.